por CECILIA HADAD BELTRAMO Llevemos a la práctica nuestros reclamos a la Administración pública ejerciendo EL DERECHO DE PARTICIPACIÓN CIUDADANA

domingo, 12 de julio de 2009

Acción directa con el Vaticano, para la conservación del Patrimonio histórico de Santa Margalida





Esta acción directa la realicé hace unos años, en el 2003 cuando la Iglesia de nuestro pueblo estaba siendo reformada, aún estaba en el Govern Balear el denominado Pacto de Progreso y, en nuestro municipio acababa de ser reelegido el alcalde Antonio del Olmo (PP).

Mi involucración vino directamente de un llamado telefónico que recibo del recién llegado párroco Guillem Feliú Ramis, quien me solicita vaya a hablar con él a su despacho en la Rectoría del pueblo.
La verdad acudí sin saber a qué se debía el pedido porque no soy una católica practicante y, salvo el profundo respeto que sí tengo por las personas que practican cualquier religión, yo no tenía (ni tengo) en este pueblo un "perfil" de mujer devota.

Pero el llamado respondía a otra cosa diametralmente distinta, el párroco necesita ayuda para confeccionar un Inventario al detalle de los objetos religiosos y artísticos de la iglesia porque, según sus propias palabras, corría el riesgo de que fueran robados o se estropeasen por las obras que se realizaban.
Mi respuesta fue sincera, le dije que poco conocía de estas cuestiones, poco o nada, pero tras su insistencia y desde un primer momento aclarándome que no habría compensación económica de ningún tipo, decido contestarle que me lo pensaría un par de días y que buscaría ayuda en otras personas del pueblo que estuviesen cualificadas en tal labor.

Y fue lo que hice.
Busqué entre alumnos y ex-alumnos míos quiénes pudieran querer trabajar varios meses gratis en medio del polvo y con horarios bastante irregulares porque se trataba de hacer las cosas deprisa, bien, y con una estrategia que requería un diseño para que se llegara a buen fin.

También entré en la web del Vaticano por primera vez en mi vida, y tuve la primera sorpresa en ésta acción, había en la red todo un detalle de CÓMO HACER UN INVENTARIO DE LOS BIENES ARTÍSTICOS Y RELIGIOSOS DE ACUERDO A DIRECTRICES DADAS POR EL SANTO PADRE A LAS PERSONAS LAICAS QUE QUISIERAN CONTRIBUIR EN SU PRESERVACIÓN.

Imprimí tras una lectura minuciosa todas las indicaciones y, como eran claras, aunque demostraban del compromiso moral que una comunidad tiene hacia y por las generaciones futuras de PRESERVAR EN UN CATÁLOGO PRELIMINAR PARA EVITAR DISPERSIONES, sobretodo en momentos tan sensibles como lo es cuando se "destroza" una iglesia para practicamente hacerla nueva, como era el caso de la de nuestro pueblo.

Le dije al párroco que aceptaría pero, éso sí, necesitaría la ayuda de personas del pueblo a lo que él no se negó, pero volvió a insistirme sobre el "presupuesto cero" para tal tarea.
Decidí que haría UN INVENTARIO PRELIMINAR PARA EVITAR,tal cual advertía el Vaticano, LA DISPERSIÓN, ROBO O DETERIORO DE OBRAS CENTENARIAS, de valor incalculable, seguiría las estrategias marcadas para hacerlo por la Sede, y al menos, hasta que sí hubiese presupuesto y los expertos pudieran catalogarlas ya en profundidad, nos aseguraríamos cuidarlas.

Busqué a una persona joven, a punto de graduarse en la lic. de Historia del arte, fui a su casa, le expliqué qué sucedía, le dije que necesitaba "gente del pueblo" porque como extranjera ajena a estos temas seguramente se me escaparían detalles, nombres, sobretodo porque ADEMÁS QUERÍA (Y DEBÍA SEGÚN PEDIDO EXPRESO) HACERLO EN CATALÁN, lo cual me complicaba aún más la labor.

Esta joven llamada María R.S., desde un primer instante aceptó entusiasmada la idea y, mientras se hacía huecos entre sus estudios y la universidad, me acompañaba en las primeras labores de "observación directa".
El párroco me pidió asistiera y formara parte de la Junta parroquial del pueblo donde asistí con mi hijo mayor (en ese momento de 17 años) otra vez por la barrera lingüística en temas donde no manejaba el vocabulario específico.

La primera mañana que entramos en la iglesia en obras fue un sábado, la impresión fue DEVASTADORA, la iglesia sin techo desde hacía meses, aún tenía dentro altares completos sin desmontar ni cubrir, había dos cuadros, "los de toda la vida" en las paredes laterales del altar mayor, y algunos otros también aún en su sitio original.

Quedamos mudos. Perplejos. Sin dudas "nos faltaba experiencia" en este tipo de tarea pero, hay algo que se llama sentido común, sensibilidad, no sé que otras palabras darle, pero sentimos INDIGNACIÓN.
El párroco responsabilizó de "tantos desmanes" a la empresa constructora, lo que provocó como respuesta que sintiéramos la urgencia en hacer el catálogo.

La corona de la virgen del altar mayor había caído al suelo y estaba medio destrozada cuando la cogí en medio de restos de material de obra, se la dejé en el escritorio del párroco.
PRIMERA ACCIÓN DIRECTA DE CONSERVACIÓN, aunque simbólica.

La tarea ya estaba definida, en poco menos de dos semanas desde el primer llamado telefónico, había avanzado mucho.

Sabía qué hacer, un catálago fotográfico donde etiquetaría con un sencillo código numérico cuanto objeto estuviera delante para que, luego los expertos, en una segunda etapa, procedieran a confeccionar un catálogo descriptivo de cada obra.

Tenía claro cómo hacerlo, acataría en todo lo posible las directrices que el Vaticano daba al respecto.

Contaba con un reducísimo grupo de colaboradores, pero muy entusiasmados eso sí, mis dos hijos (17 y 7 ños), mi marido David y, por supuesto la ayuda de María, porque a la hora de la verdad, pocos vileros se mostraban dispuestos a colaborar no mediando recompensa económica.

Necesitaba un buena cámara de fotos digital para poder hacer un archivo digitalizado y poder disponer de copias en compactos de fácil acceso.
Hoy en día hubiese pensado también publicarlo en Facebook, NUNCA ES TARDE.

Comenzaban las primeras lluvias de octubre y no había tiempo que perder sobretodo cuando la iglesia era “una sin techo”.

Los días de semana iba sola por la mañana, en medio de algunos obreros cuando no estaban trabajando, aprovechaba para empezar a trasladar las cosas que había dispersas por la nave central a un cuarto enrejado en la primera planta donde llegaba algo de polvo pero al menos esa parte no estaba en obras y permitía conservar los objetos de males mayores.
En rigor a la verdad, en el suelo dentro de cubos de plástico había huesos humanos que habían encontrado en una parte del suelo cerca del altar mayor, estos huesos habían sido detectados por algunos obreros quienes por orden expresa juntaron los restos y los pusieron en ésa salita al lado de cuadros, cruces antigüas y pila de libros religiosos y de otras temáticas.

No era un sitio muy real.
Huesos humanos mezclados en medio de tantas otras cosas… insisto en mi inexperiencia en el tema, pero mi ignorancia reconocida por mi misma no significaba que mis sentidos no estuvieran alerta ante tanta “improvisación”?, “desidia”?.

Parecía que nadie sabía del tema.
Le conté al párroco que hablaría con el alcalde y con el responsable de Patrimonio del Ajuntament, el Lic. Antoni Màs, para ponerlos al tanto y para que ellos determinaran si eran necesarias otras medidas más contundentes para conservar todo aquello dada mis impresiones preliminares.


El alcalde me dijo que hablase con la regidora María Rosa Pastor, que era la que “tenía una estrecha amistad con el párroco” porque él no se ocupaba en nada del tema de la iglesia y que lo había delegado a ella.

Cuando hablé con el Lic. Màs la actitud era diametralmente opuesta, estaba muy preocupado por el tema de la conservación, pensaba que era muy importante realizar un catálago hecho por profesionales en la materia para permitir conservarlos. Mientras tanto me aconsejó que empezara cuanto antes con las fotos y el etiquetado para evitar dispersiones hasta que el catálogo “oficial” pudiera llevarse en marcha y que, si bien no podía estar a nuestro lado en la tarea de manera directa por sus horarios contáramos con él para cualquier duda o consulta.

La experiencia de las primeras semanas fue rutinaria, había que meterse en el polvo, revolver, encontrar, limpiar, y llevar al primer piso.

Los fines de semana íbamos los cinco. Las mañanas eran compartidas en ocasiones con María si sus actividades en la Universidad se lo permitían.

Hablé una mañana con uno de los encargados de la obra, es un señor de la Vila, que trabaja en la empresa Pastor desde hace años, le pedí ayuda para poder quitar los cuadros de las paredes laterales del altar mayor, éstos cuadros pertenecen a la iconografía más popular del pueblo y, según me informé, de tanto verles desde siempre en el mismo lugar, eran parte irrenunciable del patrimonio local.

Había que quitarlos. Estaban altos, eran enormes y muy pesados y sin la ayuda del capataz y de dos obreros extranjeros (un senegalés y un sudamericano) que montaron un andamio por ellos contraído en un tiempo de descanso se treparon y el senegalés (que presumo sería musulmán) fue el que desmontó el cuadro.
Aclaro detalles porque la escena lo requería, en un ambiente donde el “FER POBLE”, el “DEFENSAN EL NOSTRO PATRIMONI”, etcetc, salvo el capataz los otros tres éramos extranjeros anónimos, a los que ni siquiera nos dieron las gracias.
Yo sí se las dí al capataz y a los dos obreros, por su tiempo, por su trabajo y por lo bien que lo habían hecho.

Mi pregunta era ¿por qué el párroco no se los había pedido meses antes?.(continuará)...